lunes, 14 de julio de 2008

VIAJE AL DESIERTO (IV)


"Las historias no tienen principio ni final, sólo se transforman según los ojos y el momento en que las miras"


A aquel instante le siguió un gran vacío y se apoderó de mi un pánico infinito. Miraba al fondo del pozo como quien espera encontrar un milagro, o despertar de un sueño. No veía nada...sólo el reflejo del agua...no había rastro de ellos.

Parecía que el tiempo se había detenido, los segundos se prolongaban como horas...sentí terror cuando fui consciente de que nada podía hacer...

He oído muchas veces que cuando alguien se acerca al momento de su muerte, la vida pasa ante sus ojos como una película...a mi, me ocurrió lo mismo...era como buscar entre los archivos de mi mente un cabo al que agarrarme...una referencia, una señal que me dijera como actuar...

"Debían haber muerto...sí
Estaban muertos...
Nadie soportaría esa caída...nadie podría permanecer sumergido tanto tiempo..."

Aún no sé por qué ni cómo, pero, un pensamiento cruzó mi mente, fue un gritó ahogado que salió de lo más profundo de mi ser. Cerré los ojos y con toda mi fuerza supliqué: "¡Dios mío...por favor, sálvales...!"

Fue un grito de necesisdad, de auténtica fe...nunca antes había pensado en Dios de esa forma.

Para mi Dios era un "ente superior", alguien elevado, ajeno a mi vida...

Por tradición familiar siempre había creído en él...pero jamás como alguien que pudiera escucharme, actuar en mi vida o aparecer ante mi de un modo palpable y visible.

En aquel momento de angustia vital, cuando la persona que más me importaba se había esfumado sin esperanza...entonces, todas aquellas cosas oídas, aprendidas, vistas en mi entorno, se tornaron por un segundo reales y creí...supe, verdaderamente, que sólo Él podría ayudarnos.

Sentí en mi interior como si sellara un pacto...como si aquello cambiara todo...fue como entregar verdaderamente mi alma a cambio de la de Silouh...tan sólo duró un segundo, pero confié...

Y entonces...Silouh y su pequeño...lanzando un grito...emergieron de agua. ¡¡Estaban vivos !!

Fue un cúmulo de sentimientos...culpabilidad, temor, alegría...básicamente asombro, ante aquello que se había producido en mi interior y ante la respuesta certera y desconcertante...de un Dios, a quien jamás había sentido antes.

La gente del poblado ya había acudido al pozo, aunque yo, era completamente ajeno a ello. Estaba paralizado...inmovil...esperando únicamente constatar que ella estaba viva...
Quería ver sus ojos...su cara...aunque, ciertamente, temía enfrentarme a su mirada, me sentía profundamente cobarde...y, de algún modo egoísta.

No podía evitar pensar que, si no la hubiera llevado allí...si no hubiera querido absorber su esencia antes de partir...llevármela conmigo para siempre, y no compartirala...quizá...aquello no habría sucedido.

Temía encontrar reproches en su mirada...que nuestro amor se hubiera esfumado...que ella me odiase por aquello.

Por fin les sacaron del pozo. El pequeño estaba sano y salvo, apenas unos rasguños y cara de pánico. Pero Silouh...¡Aquello me rompió el alma!

Su cuerpo era un despojo...todo eran heridas...huesos rotos...Su piel estaba cubierta de sangre...y su rostro reflejaba el dolor y el sufrimiento.

Quise huír...gritar...desaparecer de aquella escena...Sin embargo...girando su rostro, me buscó y nuestras miradas se cruzaron.

Jamás olvidaré aquel momento...siempre diré que de ella aprendí mucho...si no, todo...al menos, lo más importante.

Su mirada parecía entenderme, saber lo que me estaba ocurriendo, conocer todo lo que sucedió en mi interior mientras ella se debatía entre la vida o la muerte. Todo era paz en sus ojos...a pesar de tanto dolor miró mi rostro desencajado y me dijo..."Tranquilo...no tengas miedo, sonrie siempre".

Aquello...me desarmó, pero a la vez, me devolvió la paz. Aquellas palabras me demostraron un amor por encima de todo mi egoismo...una confianza ciega en mi persona aún habiéndole fallado, una sabiduría profunda sobre la vida y la adversidad.
Ella siempre me habló de mi sonrisa...de algún modo me la devolvió al sacarme de aquel desierto y llevarme a su oasis. En aquel momento me confirmó que nuestro encuentro no había sido casual y me hizo sentir que por fin había hallado el camino de vuelta a casa...
Regresamos al poblado...Silouh se tenía que recuperar...y se la llevaron. Me tumbé en la cama, cerré los ojos y me dormí...no sabría calcular el tiempo...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ese grito desesperado a dios hace efecto, dios contesta, me ha pasado alguna vez también

un abrazo

santi

CRIS dijo...

Santi...te estás convirtiendo casi en el único lector de mi historia...jajaja.

Aún tengo que acabarla...la verdad...me estoy divirtiendo mucho...aunque literariamente no sea gran cosa...me trae muy buenos recuerdos y sobre todo...no sabes lo bien que me sienta "hacer memoria".

Como te dije...no todo es necesariamente un cuento.

Gracias por tus comentarios. Un abrazo.

Hilda dijo...

Cris, qué has pensado, que te he olvidado, pues no!! lo que pasa es que entre salir de viaje, trabajo, cansancio y recuperación, apenas estoy actualizándome con los blogs.

Poco a poco me actualizaré en el tuyo, por mientras solo quería saludarte. Con afecto. Hilda