jueves, 2 de julio de 2009

DISPERSIÓN


Entramos ya en plena etapa vacacional...a todos nos entra el gusanillo de descansar, desconectar, relajarnos y disfrutar haciendo algo, por pequeño que sea, que nos saque de los quehaceres cotidianos, a ser posible, alejados del mundanal ruido habitual...léase: oficina, ciudad, atascos, rutinas...es algo, absolutamente humano...

Ayer por la noche estuve reflexionando acerca del término "Dispersión", aplicado a la fe...y a la luz de la Palabra.

Para un cristiano tiene muchas connotaciones obviamente; pero a mí, como siempre, la que más me interroga es la personal, la que me pone en la realidad de mis dispersiones y me hace patente lo lejos que estoy de una fe profunda; lo mucho que me cuesta poner a Dios en el centro de mis quehaceres...tenerle presente, o, más bien...darle la importancia o prioridad en mi vida, que Él, sí me dedica.

Yo soy de las que cuando me voy de vacaciones a descansar...meto todo el lote en la maleta...es una desconexión prácticamente comatosa...vamos, que parece que si no corto con todo...no son vacaciones. Sin embargo, hay cosas de las que es imposible evadirse en vacaciones...ni me lo planteo...¿por qué entonces no cuido más el no dejarme invadir por las ansias mundanas en sacrificio de las espirituales?

Aunque el verano es tiempo de dispersión, para Dios, o bien no existen el verano o bien no se permite el lujo de dispersarse de mí o tomarse sus vacaciones...¡¡Hasta ahí llega su amor y su donación!!

Pero es que ya no voy a centrarme en el verano...¡qué va! Es siempre...Lo tiene claro.

Yo veo cómo el Señor construye una gran casa, es metódico, no cesa en su trabajo, espera terminarla un día de estos, y, mientras tanto, cada uno de nosotros somos una pieza clave en su construcción, jamás prescinde o se olvida de alguien. En su casa caben todos...vivos, muertos, enfermos, grandes y pequeños...

Yo a veces me olvido completamente de que desde el Principio, Dios ha tenido claro su proyecto, lo ha llevado a cabo a través de generaciones, de siglos, de pueblos...en un momento dado pensó en mí, yo, obviamente, no alcanzo a comprender el porqué, pero ahí estoy, en su construcción.

Yo sé que no soy cimiento, ni tejado, ni una puerta que constantemente está en uso para que unos y otros entren y salgan...pero pienso que quizá soy una pequeña bisagra en el ventanuco del sótano...una pieza que pasa más tiempo a oscuras y sin uso que muchas otras, una pieza que quizá no es clave en nada...pero está ahí, y es necesaria en el momento en que alguien se acerque a ese sótano buscando un poco de luz...alguien a quién quizá yo no conozca nunca...alguien que necesite de mí sólo una cosa..."un servicio".

Cualquier cosa o persona que hace un servicio, tiene que estar a punto cuando llega el momento, si no, no sirve,...porque además, entre otras cosas, es muy posible que no sepa cuando va a ser ese momento.

En mí está el ser consciente y responsable de esa pequeña misión que se me ha encomendado...por mucho que permanezca tiempo inactiva o incluso a oscuras...no puedo olvidarme, ni evadirme...al igual que de otras muchas cosas que conforman mi vida, que están en primera plana y que tampoco dejo en vacaciones...mi matrimonio, mis hijos...etc.

En mí está el saberme débil, el saberme pequeña, el saberme comodona, incluso infiel...pero también el saber que para Dios soy pieza importante y que Él, que conoce mi naturaleza, se encarga de engrasarme en las horas bajas, de vigilarme cuando paso tiempo estancada, de cuidarme y protegerme en mis temporadas de oscuridad...porque cuenta conmigo y porque quiere que sea feliz...¿Acaso cabrían excusas?

Los cristianos conformamos un cuerpo...y en un cuerpo, los miembros no están dispersos por naturaleza...los miembros deben estar unidos para que la máquina funcione correctamente...porque sólo así, nuestra existencia es plena y goza de toda su trascendencia.

Cuesta mucho...me cuesta...pero en este tiempo, no debo olvidarme, ni dispersarme, porque quizá, las vacaciones, sea un tiempo más que propicio para agarrarse con fuerza a Dios y dar testimonio...en definitiva, no puedo hacer la maleta sin ser consciente de ello...porque esta fuerza y este amor de Dios, es lo único que en realidad, me da la vida.