lunes, 13 de abril de 2009

ZAPATOS NUEVOS


Tras unos cuantos días de ausencia, voy a intentar volver con espíritu "Pascual".

La sensación es algo extraña, porque por una parte, se me ocurren muchas cosas que contar...sin embargo tengo una mezcla de sensaciones que me tienen un poco bloqueada...y que esto de entrar en tiempo pascual con zapatos nuevos, está genial, pero como aprietan, es durillo.

Os confesaré que este año llegaba a la Vigilia Pascual con las botas viejas; bastante enfadada conmigo misma y con poca esperanza en resucitar un poquito...realmente me veo muy alejada de una verdadera conversión, de un poder aceptar mi debilidad...en realidad, me cabrea mi resistencia innata a creer que conmigo Dios no se ha equivocado...que tengo remedio, vaya.

Y es que a pesar de juzgar mucho yo sé por qué no soy juez de verdad...sería demasiado implacable...muchas veces me viene a la mente la pregunta: " ¿Justicia o misericordia?"; recuerdo que en una ocasión, una amiga me pasó un test de unos que hacen en no sé qué tipo de empresas para no sé qué tipo de estadísticas en las que se preguntaba esto; tenías que elegir una de las dos cosas...

Parece fácil y obvio, pero no lo es tanto, porque aunque el corazón nos diga "X", luego, si echamos la vista atrás y miramos un poco nuestros actos, quizá nos encontremos con "Z".

Llevándolo al plano de la maternidad...me interrogo habitualmente sobre cómo Dios tiene puestas tantas esperanzas en mi y me regala tantos retoños, y me asalta la duda de por qué en lugar de un pan debajo del brazo, no me habrán venido los niños con un megáfono, para evitar desgañitarme cada dos por tres...supongo que los pobres no contaban con una madre histérica.

Pero lejos de desanimarme estoy contenta de ver como Dios cuida de mi y me regala pequeños retazos de vida que me hacen ver lo importante de la esperanza y la confianza.

Os voy a contar una anécdota que refleja perfectamente y de modo algo cómico esta naturaleza "inmisericorde" de la que os hablo...jajaja, y cómo de ella saco cosas positivas.

Os pongo en situación: martes por la mañana, vuelta al cole después de las vacaciones...sueños, pereza, prisas, niños despendolados...en resumen: caos.

De camino al cole, mi hijo pequeño de tres años lloriqueaba y me decía..."me duele la pierna". Yo, habituada a este tipo de excusas cuando no apetece el plan, tiraba de él agobiada por la hora..."No pasa nada, ahora se te cura la pierna"; segura, por supuesto, de que su pierna estaba sana como una manzana.

El lloriqueaba..."me aprieta"...Entonces reparé en sus flamantes y nuevas zapatillas deportivas..."¡¡Claro, ahí estaba el problema!!"

Una vez más segura de mi misma le decía: "Verás cómo se te pasa enseguida, es que las zapatillas están un poco duras porque son nuevas"...

Y así, llegamos al cole entre gimoteos, que yo, y su profe y todo el mundo que pasaba por allí achacábamos a la morriña de las vacaciones y a la vuelta a la rutina...¡¡con tres años...los mimos están a flor de piel!!

Ahí quedó la anécdota, por la tarde estaba feliz y contento cuando le recogí del cole; su pierna, de hecho, parecía más activa que nunca...

¡¡Si es que una madre experta...es una madre experta!! ¿eh?

Mi ego estaría por las nubes si no fuera porque al ir a bañarle y quitarle sus flamantes y nuevas deportivas, pude observar estupefacta como su "papi" que se había encargado de vestirle por la mañana había olvidado quitar la bola de papel de relleno que va dentro...

Jajaja...no es broma...

En ese momento por una parte me sentí mal...comprenderéis...por haber hecho caso omiso a su quejas..pero por eso de agarrarme a un clavo ardiendo, me busqué un consuelo...saber que los zapatos, no se los había puesto yo; ¡¡Tenía mi chivo expiatorio!!

Es algo gracioso y anecdótico a un nivel pequeño y poco trascendente... pero traspasando el detalle del caso, efectivamente pensaba:

" ¡Qué fácil resulta muchas veces hacer juicios de valor y qué poco nos sale del corazón la confianza y la misericordia!...¿Quién no se va a creer en posesión de la verdad ante un niño de tres años?"

Una ocasión más para creer, que efectivamente...Dios, es el único y verdadero "padre"...porque no se deja llevar por esas "cosillas" y nunca se cansa de creer en mí...con amor y misericordia, por muy sabio y todopoderoso que sea...y aunque me saque unos cuantos años.

Supongo que estos son "mis nuevos zapatos" para recorrer la cincuentena...y no me aprietan, al contrario...y es que mi Padre sí se ha acordado de quitarles el papel de relleno.

Parece que aunque mi panza crece...mi yo se ve abocado a disminuir...(espero que en la próxima visita al médico, cuando me suba en la báscula se note).

;)