martes, 12 de enero de 2010

DE PRINCIPIOS Y FINALES...

El principio y el fin siempre van unidos irremediablemente, en mi caso os cuento que acabo de comenzar de nuevo mi faceta laboral tras terminar mi maravillosa baja maternal.

Se suele decir que todo tiene sus pros y sus contras...aunque en este caso, cuesta tanto...que los pros se reducen, sencillamente, a la mínima expresión, pero bueno, he aprendido a no "proyectarme" demasiado en los acontecimientos ni juzgarlos desde la emotividad del instante...las cosas deben dejarse hacer y reposar...porque luego, sin darse uno cuenta, la vida sigue su curso.

Y es que creo que, en general suele dar un tinte trágico a eso de los "finales" y muchas veces un exceso de "importancia" a los principios, cuando en verdad todo se sucede de un modo bastante lineal y continuado...practicamente imperceptible...aunque a veces lo uno y lo otro se produzcan de forma brusca, incluso inesperada.

Todos somos reacios a poner fin a lo que nos agrada o a comenzar algo que nos incomoda...y luego vemos, que no era para tanto. A la inversa, ¡cuantas expectativas creamos al inicio de lo que nos motiva y cuantas veces nos desinflamos enseguida!

Lo que sí reconozco es que esos instantes son intensos...y únicos, tanto para bien cómo para mal.

En los últimos días, todos vivimos convulsionados por las trágicas consecuencias del terremoto de Haití...y un pensamiento viene constantemente a mi cabeza escuchando lo que se transmite en los medios, ya que, sin dejar de ser cierto, porque es terrible...encuentro que tiene un tinte tremendista que de algún modo me rechina.

Dentro del horror que se vive...¿Ha cambiado tanto la situación de los haitianos?

Es verdad que para muchos la vida no será igual pues han perdido a seres queridos o quizá han quedado mutilados de por vida, pero, desde mi punto de vista, esto no hace más que ahondar en una herida profunda que ya antes les acompañaba.

Haití...el país más pobre de la tierra según las estadísticas; un lugar desestructurado en todos los sentidos, si se quiere olvidado; machacado por la pobreza, el vudú y tantas otras cosas tremendas que ,sin duda, le han llevado a encabezar ese ranking.

Ahora ocurre esto y parece que se abren los ojos de la gente...de los políticos, de los artistas, de los periodistas, empresarios y publicistas...pero, ¿tan diferente es todo con respecto a hace un mes?, ¿Dónde estaba Haití?

¿Dónde estaba cuando no enfocaban las cámaras, ni los focos...cuando toda esa amalgama de tristeza no entraba en el salón de casa a la hora de comer?, ¿Dónde estaban los bancos y las cuentas solidarias?...en verdad, ¿cuantos sabían poner en el mapa a Haití?

De las piedras salen ahora adalides de la solidaridad y de los grandes gestos, a pesar de que muchos otros ponían ya luz en medio de tanta tiniebla; personas que llevan años dando su vida a diario por ayudar a todas esas gentes...Pero ellos no eran famosos, eran, por el contrario, para el mundo, invisibles hasta hace unos días, al igual que los ayudados.

Es cierto que las desgracias, siempre desencadenan olas de solidaridad y nos sacan del letargo y de la anestesia en la que habitualmente vivimos...pero eso quizá debería cuestionarnos si esta actitud es sincera o fruto de un instante de remordimiento por parte de nuestra conciencia, y así, darnos cuenta que el quid de la cuestión es que, la "solidaridad" no puede ser de cara a la galería...sino de corazón y permanente...y no enfocada a un momento.

Y es que, la vida, está hecha de momentos...de principios y finales, pero, en verdad, lo que es trascendente, es siempre, lo que ocurre y transcurre entre ellos.